
Southwestern Journal of Theology (48.1)
Southwestern Journal of Theology
Volume 48, No. 1 - Fall 2005
Editor: Paige Patterson
By Wayne Grudem. Traducido por Miguel A. Mesías. Miami, Florida: Editorial Vida, 2005. 523 páginas. Pasta dura, $19.99.
Grudem es profesor de teología sistemática en el Trinity Evangelical Divinity School. El presente libro, como se explica en su prefacio es un resumen de su mucho más extensa Teología Sistemática, publicada en inglés por Zondervan. Grudem es un evangélico que sostiene la inerrancia de la Escritura, la complementariedad entre sexos, la presencia de todos los dones del Espíritu en la iglesia de hoy, y un tipo de premilenar-ismo postribulacional.
Debe darse la bienvenida al idioma español a otra útil herramienta para entender el pensamiento evangélico de este conocido autor. La obra consta de siete secciones que corresponden a las divisiones de la teología sistemática que Grudem considera fundamentales: la Palabra de Dios, Dios, Hombre, Cristo, Redención, Iglesia, y Futuro. Nótese la diferencia con las diez categorías tradicionales que separan también la doctrina del Espíritu, de los Angeles, y del Pecado.
Dentro de las características que posee la obra está su propósito de alcanzar en primer lugar a una audiencia más popular y no principalmente a la academia. Un loable propósito pero que nos lanza a buscar otras obras del autor en donde pudiera dar razones más profundas de algunas de las decisiones tomadas en Doctrina Bíblica. Dentro de su naturaleza práctica la obra provee preguntas de repaso y de aplicación personal al final de cada capítulo, así como la selección de un pasaje bíblico para memorizar pertinente al tema. En su Teología Sistemática, Grudem también había incluido al final de cada capítulo un himno alusivo a la discusión teológica. Uno no puede más que alabar este deseo de presentar a la teología como sierva y ayuda en la misión, ministerio y adoración de la Iglesia. Finalmente, vale la pena mencionar positivamente el glosario, los índices temáticos, de autores, y de pasajes bíblicos. Aun a sabiendas de su utilidad, con frecuencia estas ayudas están ausentes en otras obras traducidas.
Siempre nos hace falta en libros cómo el de Grudem un capítulo, un prefacio, o una sección en donde se enfoquen y se relacionen las aportaciones del autor con la particular cultura a la que se traduce la obra. Entendemos que el hacer teológico estadounidense enfoca ciertos temas que son importantes para su contexto, pero en ocasiones son poco relevantes para otros contextos y viceversa. Por ejemplo, nada encontrará el lector en este libro sobre la existencia, naturaleza, y consecuencia del pecado social. ¿No será esto consecuencia de que dentro de la larga lista de autores consultados por Grudem ninguno proviene de Latinoamérica? Quizá sería bueno añadir a lo que Grudem discute sobre la necesidad de estudiar teología sistemática con la ayuda de otros (25), que esta ayuda debe buscarse también desde aquellos contextos geográficos diferentes al del autor.
La teología sistemática frecuentemente ha sido acusada de citar la Escritura superficialmente y fuera de contexto (“Proof texts”). También se ha dicho que la teología no debería dar la impresión de que la Escritura es un libro de recetas aisladas. Aunque creo que estas acusaciones no se aplican directamente al libro de Grudem, si es posible ver cómo alguien pudiera ocuparlas contra él. El tratamiento que ofrece de su método teológico en el prefacio y primer capítulo es bastante superficial, en especial en lo que se refiere a cómo debe interpretarse la Escritura. Da la impresión a veces de que lo único que necesitamos es hacer una lista de pasajes que hablen de determinados temas y sacar conclusiones con base en ellos (18, 25-27). Nada sabe el lector hasta este punto—y no hay pista clara de que más adelante lo sabrá en el libro—de que otros factores interpretativos generales se hacen fundamentales en la interpretación del texto. Por ejemplo, la naturaleza histórica y progresiva de la narración bíblica debe enfatizarse desde el primer momento. Es fundamental para el lector más sencillo darse cuenta de que las doctrinas se elaboran sobre el entendimiento de una revelación progresiva. Tampoco debe pasarse por alto, la necesidad de comenzar a hacer teología sistemática a partir de nuestro Señor Jesucristo. Esto puede significar varias cosas. En algunos casos significaría que ciertas porciones de la Escritura han quedado sin efecto, por ejemplo la ley mosaica y sus leyes dietéticas (Marcos 7:1-23). Puede significar también que para entender cristianamente la Escritura necesitamos la nueva luz que sólo el Jesús del Nuevo Testamento puede ofrecer. Seguramente habrá textos que analizados en su contexto todavía necesitan ser iluminados por el dato nuevotestamentario sobre Jesús. No podemos descuidar este fundamental dato cuando hacemos teología sistemática desde una perspectiva cristiana.